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Semana tras semana, Maria Arias Evans enfrenta su fracaso.
Los 60 a 70 padres que llenan la biblioteca aquí en la escuela primaria Washington todos los jueves en la mañana, que conversan en español y comparten los dulces donados por una panadería local, son producto de años de trabajo por la directora veterana creando buenas relaciones.
Cuando Arias Evans comenzó el programa para padres Madre a madre, cinco personas o menos asistían a las sesiones semanales.
Mientras otros ven el éxito, Arias Evans ve un defecto: Hace doce años, ella se propuso el objetivo de atraer a 100 padres cada semana. Todo es parte de un meticuloso plan para impulsar la alfabetización en inglés y español en la primaria Washington, una escuela de 425 estudiantes cerca del centro de la ciudad. Cuatro de cada cinco estudiantes del campus son estudiantes de inglés como segundo idioma.
Arias Evans sabe, y las investigaciones también demuestran, que a los niños cuyos padres participan en el apoyo de su aprendizaje les va mejor en la escuela. Para los estudiantes de inglés como segundo idioma, la participación de los padres es especialmente importante para apoyar el desarrollo exitoso del lenguaje.
Una investigación del Centro de desarrollo de educación temprana de la Universidad de Minnesota ha demostrado que los padres que hablan español u otro idioma deben alentar y apoyar el desarrollo y la alfabetización de su hijo en el idioma de sus hogares, ya que esto puede beneficiar su aprendizaje del inglés.
Por eso, la biblioteca de la primaria Washington abre 50 minutos antes de la primera campana y continúa abierta 50 minutos después de que terminan las clases todos los días. Los padres sacan libros en español, y si se sienten cómodos, también en inglés para compartir con sus hijos.
Luego, cuando las clases comienzan, las aulas de kinderde transición para niños de 4 y 5 años están abiertas para que los padres hagan lo mismo. La política de puertas abiertas atrae a docenas de familias todas las mañanas.
“Queremos enviar un mensaje: ‘Los esperamos. Los invitamos’ ”, afirmó Arias Evans. “Deseamos construir una rutina, para que se vuelva parte del día”.
No todas las escuelas son tan abiertas.
“La mayoría de las escuelas echan a los padres cuando suena la campana”, afirmó Maria Estela Zarate, profesora asociada de la Facultad de Educación de Fullerton de la Universidad Estatal de California.
Hace una década, la investigación de Zarate sobre padres latinos descubrió que las escuelas y las familias tienen percepciones muy diferentes de lo que constituye una buena participación de los padres.
Con los grupos de enfoque de padres de Los Ángeles, Miami y Nueva York, Zarate informó que las actividades de comunicación con las escuelas eran impersonales e infrecuentes, y que los padres casi nunca tenían noticias a menos que sus hijos tuvieran un problema académico o de disciplina.
Ese enfoque puede ser desalentador para los padres cuyos idiomas ya constituyen una barrera para la participación y el compromiso con la escuela, afirmaron funcionarios de la escuela San José.
Pero la desconexión no termina ahí.
Los maestros y los administradores de la escuela con los que se reunió Zarate sintieron que los eventos tradicionales como las noches de vuelta a clases, los dias de puertas abiertas en la escuela y las conferencias de padres y maestros, importantes para comunicar el progreso académico del estudiante. Las familias latinas que participaron del estudio no sintieron lo mismo.
Los hallazgos están en sincronía con los hallazgos de la investigación previa que, en algunas culturas hispanas, los padres ven a los maestros como los expertos y les delegan la toma de decisiones respecto de la educación.
“El desafío más grande es no tener el conocimiento intimo sobre estas familias y sus prácticas culturales y las expectativas para sus hijos”, afirmó Zarate.
Abrir las puertas
Para algunas escuelas comprender esos aspectos ha sido más difícil que para otras.
Los líderes de la escuela San José se han esforzado para hacer que sus instalaciones sean lugares más acogedores, afirmó el superintendente asistente del distrito Jason Willis, para la participación y la responsabilidad comunitaria.
“Que los padres vengan a nuestras instalaciones debe ser una invitación a aprender”, afirmó Willis.
A menos de dos millas de la primaria Washington, otra escuela de San José, la primaria Olinder, ha atraído la atención de la Casa Blanca por sus esfuerzos para lograr la participación de los padres.
La Casa Blanca y el Departamento de Educación de los Estados Unidos honraron a Christian Rubalcaba, que era maestro en la primaria Olinder, por desarrollar fuertes relaciones entre los padres y la escuela. Desde que llegó a Olinder en 2010, Rubalcaba, ahora instructor de enseñanza de la escuela, ha visitado los hogares de todos sus estudiantes durante el primer mes de cada año escolar, como parte de un programa ahora conocido como La conexión entre el hogar y la escuela del Sr. R.
Alejandra Ceja, directora ejecutiva de la Iniciativa de la Casa Blanca sobre la excelencia educativa de los hispanohablantes, visitó la escuela en marzo para analizar el compromiso de los padres y los esfuerzos para contratar y retener maestros latinos.
Nativo de Chicago y producto de las escuelas públicas de esa ciudad, Rubalcaba no tuvo un maestro latino hasta que asistió la universidad.
La capacidad de Rubalcaba de hablar español le abrió puertas en una comunidad en la que muchas familias inmigrantes indocumentados pueden desconfiar de los extraños y ver a la escuela y al hogar como entidades separadas.
Familias diversas
Sin embargo, incluso entre los estudiantes de inglés que son hispanohablantes nativos, los hispanos son un grupo diverso que desafía la categorización fácil. Una clasificación solo por país de origen y estado de ciudadanía puede dificultar el desarrollo de estrategias universales para impulsar la participación de los padres, afirmaron investigadores y defensores.
En el estudio de Zarate, los padres que hablan inglés informaron que el correo electrónico y las comunicaciones web eran una manera conveniente de comunicarse con los maestros.
Los padres que no leen o escriben en inglés no cuentan con esta opción, muchos de ellos tienen muy poco contacto, o no tienen contacto con los maestros, ya que comunicarse con ellos por teléfono puede ser un desafío durante los días de clase. Muchos padres también informan que las medidas de seguridad del campus los desalentó respecto de visitar las aulas durante las horas de clase sin una cita.
“No deberíamos decir ‘tu cultura debe adaptarse exactamente a lo que hacemos en la escuela’ ”, afirmó Tina Durand, profesora asociada de desarrollo humano en Wheelock College en Boston.
La investigación de Durand se ha enfocado en la naturaleza de la participación de los padres latinos en la educación de sus hijos, las creencias culturales de los padres latinos sobre la educación y las colaboraciones efectivas entre las escuelas y las familias latinas. Los estudios y análisis han demostrado que la participación de los padres es un indicador significativo de las habilidades de alfabetización de los niños, y que los vínculos formados con otros padres en la escuela pueden ayudar a aumentar la participación en la escuela por parte de las familias latinas.
La investigación ha demostrado que algunos padres latinos apuntan a asegurar que sus hijos se comporten y se concentren en clase, lo que allana el camino para el aprendizaje en el aula. Mientras que algunos maestros simplemente ven sus acciones como de crianza, los participantes del grupo de enfoque de Zarate lo consideraron “educación desde el hogar”.
“Debemos pensar en los prejuicios y las percepciones erróneas que tenemos de las familias, y que pueden incluir a los estudiantes de inglés”, afirmó Durand. “Debemos desear crear esas conexiones y es posible que debamos trabajar más duro para hacerlo”.
Un informe de 2015 presenta el argumento de que las comunidades que buscan mejorar la educación de estudiantes de inglés también deben brindarles servicios a sus padres.
El estudio del Centro de progreso estadounidense, “El argumento de un enfoque de dos generaciones para educar a estudiantes de inglés” (The Case for a Two-Generation Approach for Educating English Language Learners) descubrió que las habilidades limitadas en inglés de padres y estudiantes “pueden crear una trampa de pobreza para las familias” y argumenta que comprometerlos de manera simultánea mejora el bienestar académico y educativo de ambas generaciones. La investigación ha demostrado que los estudiantes de inglés como segundo idioma que no alcanzan un buen dominio de la lengua muchas veces pueden terminar siendo analfabetos en dos idiomas, efectivamente incapaces de leer o escribir en ninguno de ellos.
La autora del informe, Tracey Ross, examinó de qué manera el distrito de Oakland, California, prioriza el compromiso de la familia en la escuela para ayudar a los padres a convertirse en mejores defensores de sus hijos. Cerca de un tercio de los estudiantes de ese distrito son estudiantes de inglés.
“No puede ser un enfoque único. Cada familia tiene una situación única, horarios de trabajo únicos, sus hijos tienen necesidades únicas”, afirmó Ross, directora asociada del programa Poverty to Prosperity Program del centro Center for American Progress, un grupo de expertos en política con sede en Washington. “Por empezar, es un desafío alcanzar a las comunidades más marginadas”.
Es una lucha que Arias Evans, directora de la primaria Washington, conoce bien. Muchas familias llegan a su escuela por falta de educación y de oportunidades en México.
Cumplir sueños
Muchos padres tienen una educación de un poco más de 6.º grado, y más del 90% de las familias de su escuela vive en condiciones de pobreza. Ella ha visitado a los estudiantes y ha descubierto que viven junto a ocho o nueve personas en un apartamento de 500 pies cuadrados.
“No es extraño que leer no sea la prioridad”, afirmó.
Por eso es que abre las puertas de la biblioteca, es la anfitriona del café de los lunes por la mañana y guía las sesiones del programa Madre a madre, donde honra a los padres al llamarles las joyas de Washington. Quienes participan con regularidad han adornado las coronas exhibidas en un tablero de anuncios de la biblioteca ubicado de manera prominente. Los padres pueden ganar rubíes, zafiros y otras piedras preciosas por ofrecerse como voluntarios en el campus de muchas maneras, incluido leerle a los niños.
Arias Evans comprende que los padres de su comunidad pueden necesitar acceso a la atención médica, a despensas de alimentos y a otros servicios suplementarios, pero también desea que ellos colaboren cuando y donde puedan. Para algunos, es una limpieza de fin de semana del campus. Para otros, es encontrar un programa de lectura después de clase, como lo hizo Juanita Escamilla.
Cuando era pequeña, Escamilla deseaba trabajar de maestra. A pesar de que sus sueños de hacerlo se frustraron, ha ayudado a construir la capacidad de futuros educadores de su comunidad, afirmó Escamilla a través de un traductor.
“Incluso si las familias no tienen la educación que nosotros tenemos, hay talentos que pueden brindarnos”, afirmó Durand, profesora de Wheelock College.
Los voluntarios más comprometidos de la escuela, como la Presidenta de la Asociación de padres y maestros (Parent Teacher Association, PTA) Adriana Leon, acumulan más de 300 horas de servicio por año escolar. La madre de dos hijos que estudian en la primaria Washington y una adolescente que ya se graduó de la escuela, Leon, vino a los Estados Unidos en 1999 para aprender inglés. Diecisiete años después, aún lucha con el idioma. Pero le asombra cómo su hijo de 5 años aprende inglés y su desarrollo en lectura y escritura en español.
“No cumplí mi sueño de hablar dos idiomas con fluidez”, afirmó Leon a través de un traductor, “pero mis hijos lo lograrán”.